No quiero tener más hijos. El hijo único

 

Muchos son los tópicos que pesan sobre la idea de tener un hijo único: será un mimado, mandón, consentido, etc. Pero en realidad la experiencia del hijo único tiene sus riesgos y sus ventajas, y su evolución, como la de cualquier otro niño, depende de la educación que le demos nosotros, los padres. Y son los padres los que debemos vigilar el no exagerar algunos comportamientos o algunas reacciones para evitar esas actitudes tópicas que, erróneamente, se han asociado al hijo único. El riesgo más común es que esa atención exclusiva que podemos prestarle a nuestro hijo se transforme en una actitud sobreprotectora. Hay muchas maneras de evitarloEl ritmo de la vida moderna, el gasto que supone la manutención de cada hijo o la decisión de muchas parejas de retrasar el momento de tener hijos, están provocando un aumento de lo que podríamos llamar la "moda del hijo único". Actualmente, entre el 20 y el 30% de las familias tienen un sólo hijo.

El principal riesgo que tienen los padres de un hijo único es caer en el exceso de atención. Pero ¡cuidado!. No estamos hablando de ese tipo de atención que proporciona al niño seguridad, estabilidad, confianza en sí mismo, autoestima y capacidad para desarrollarse correctamente. Estamos hablando de ese exceso de atención que va ligada al miedo por parte de los padres a que a su hijo le suceda algo malo, de esa atención que puede transformase rápidamente en una actitud sobreprotectora.

 

A continuación te señalamos algunas situaciones en las que debes poner atención y algunos comportamientos que deberías evitar y/o vigilar y sus posibles alternativas.

 

 

  • Demasiada atención puede desencadenar en una preocupación excesiva y en un miedo exagerado a que al niño le pase algo. Debemos aprender a controlar el exceso de temor ya que podríamos transmitir ese miedo a nuestro hijo y no dejarle disfrutar de algunas actividades que podría vivir muy satisfactoriamente: irse de campamentos, practicar deportes de aventura, etc. Ante este temor, intenta pensar en cosas positivas y delante de tu hijo evita repetir frases como "ve con cuidado", "vigila no te hagas daño", "no, que es peligroso". 
  • La posibilidad de que el niño sea engreído, egocéntrico o consentido depende, en gran parte, de cómo nos dirijamos a él y cómo alabemos sus éxitos. Intentaremos no valorarlo de forma indiscriminada o gratuita, evitando frases como "eres el mejor", "eres el más guapo" "eres el más inteligente", sustituyéndolas por frases más realistas como: "¡Muy bien! Me ha gustado mucho el gol que has metido", "te felicito por la nota que has sacado en el examen de matemáticas" o "tienes unos ojos preciosos".
  • Al no vivir en la casa con otros niños de su edad, es muy posible que madure antes y desarrolle antes las habilidades adultas. Esto puede ser muy positivo, pero no debemos olvidar que se trata de un niño y que necesita compartir tiempo y espacio con otros niños de su edad. Para facilitarle el contacto con otros niños, podemos llevarle a la guardería cuanto antes, permitir que vaya a casa de sus amigos o que ellos vengan a nuestra casa a jugar, apuntarlo a excursiones, campamentos, deportes de equipo, etc.

¿Qué podemos hacer para no caer en estos errores?

  • Hablemos con otros padres que tengan hijos de la edad del nuestro. Así podremos contrastar y saber si le estamos exigiendo demasiado, o por el contrario, ya tiene edad suficiente para hacer más cosas.
  • A medida que crezca, démosle más responsabilidades: ordenar su habitación, despertarse por las mañanas, poner la mesa, etc.
  • No le demos siempre todo lo que nos pida, aunque tengamos los recursos suficientes para satisfacer sus deseos.
  • Intentemos que nuestro hijo aprenda a esforzarse si quiere obtener alguna cosa
  • No transmitamos al niño nuestro temor o preocupación por lo que le pueda ocurrir. 
  • No permitamos que nuestro hijo (por muy maduro que sea) intervenga en la toma de decisiones que pertenecen exclusivamente a los adultos. Podemos invitarle a que participe, pero nunca que decida él según lo que le apetezca sólo a él.
  • Es importante que el niño se relacione con niños de su misma edad.
  • No sobreprotejamos a nuestro hijo cuando tenga conflictos con otros niños. Debemos animarle a que encuentre soluciones y resuelva él sólo sus desavenencias.
  • Fomentemos, desde pequeño, la separación gradual entre padres e hijo, llevándolo pronto a la guardería, favoreciendo que se quede a dormir en casa de un amigo, etc.

Documentos de la Escuela de Padres de AYC

Verónica Díaz 

Psicóloga infantil 

 

 

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